“Supe que mentías y todo, por el bien de los dos…”
Ale, la fantasía que creaste sobre Lalo y Lala ya no existe. Ni va a existir. Ni existió jamás. Simplemente tuve ganas de que me enseñaras tu mundo por algunos ratos, nunca tuve la intención de que me quieras como ahora sé que lo hacés. Es preciso que ahogues la ilusión de que dé marcha atrás y me quede con vos: yo no puedo quererte como quisieras, y no es algo que pueda siquiera discutirse por mucho que haya intentado sentir como vos.
Hoy puedo dejarte flotando adentro de un sueño pero mañana es muy probable que me escurra entre tus dedos como arena que se va y que no me puedas frenar. No sé mentir. No sé dañar.
El tiempo pasa y en vos eso se empieza a notar. Yo jamás te propuse que contaras los días que pasaron ya desde aquella tarde que nos agarró la lluvia sin paraguas. Sin embargo lo hiciste, y no tuve ganas de pedirte que no llevaras la cuenta. No podía pedirte eso, no podía hacer que por alguien como yo cambiaras la forma de adaptarse a alguien que ya tiene tu corazón. Tácitamente yo también empecé a contar, pero llegó éste punto en el que yo ralentizo la cuenta mientras vos la acelerás.
Ale, si me voy no es por vos.
Si me quedo, tampoco.
Yo ya estoy perdida, no es necesario que te pierdas vos también.
Yo ya no estoy mal, no es necesario que estés mal por mí.
Yo ya no necesito ser encontrada, no es necesario que sigas forzándote para hacerme creer que todo es mágico y fortuito.
Yo ya no estoy para intentar, éste es mi tiempo de descuento, yo ya sólo sirvo para ser.
Caí muy bajo, lo acepto. No ví los fuegos de artificio cuando te ví llegar, no ví la salida o la solución, ví la fachada que, de tener suerte, podía resultar. Yo con vos ni siquiera me tomé la molestia de intentarlo, fui vil, aunque inocente y crédula. Ale, me siento mediocre al lado tuyo. Me regalás días, tardes y noches que al minuto siguiente ya no sé valorar. Ya me duelen los talones de tanto caminar en puntas de pie para alcanzar elevarme a aquellos lugares en donde me pensás. Ya la corona que me pusiste en la cabeza pesa demasiado. Ya me tiemblan los brazos de tanto sostener la escalera para que puedas tratar de ubicarte en un lugar que te queda escandalosamente alto, y sutilmente lejano…
Ya no me sirve ponernos a prueba más allá de todos los intentos. Ya no puedo seguir desgastándote pidiéndote sin palabras que digas o hagas cosas que por tu mera naturaleza no van a suceder. Ya no puedo cerrar los ojos y decir cosas que no son para vos, ya no puedo tachar y reinventar viejos escritos para que se adapten a vos, para que te encuentres en ellos, para que sientas que han sido originariamente escritos para vos… Hablan de otra historia, se refieren a otra persona. No puedo si quiera volver a intentar definirte de igual forma: no sos lo mismo. No representás lo mismo. En todo caso, debería sentarme a tratar de escribir algo que hable de vos, que sea para vos, aunque sea más acotado, menos hermoso, o como fuese; pero evidentemente no condicionás mi inspiración; evidentemente no calás en mí.
Habrá que aceptar que todavía hay algún vestigio de algo que todavía no termina de transcurrir por el camino y que vos no sos ese que tenga que ser y que estar. No puedo seguir fingiendo que la vida es hermosa cada vez que nos escuchamos filosofar. Sos lindo, sos bueno, sos divertido, pero sos Alejandro, y eso a Julieta no le alcanza.
Lo que busco, no lo encuentro.
No puedo exponerte más a mi lupa y a mi microscopio: puede que de tanto tomar muestras te termine dañando en un futuro.
La corona que te pongo, el cetro que te brindo, el estandarte que te ofrezco, no son tuyos.
Tengo un viaje que hacer por fuera de éste país pero por dentro de mí misma, y no estás entre mis "cuando vuelva." Tengo cosas que aprender, y vos no sos ninguna de ellas. Tengo pilares y valuartes que recordar porque últimamente sólo me he encargado de desdibujarlos, y no estás entre ellos. Tengo algo que cuidar, y vos no formás parte. Tengo algo que calmar, y vos ya no necesitás más calma. Tengo que valorar para esperar, y vos significás “ahora.” Tengo que volver a encontrar a la Julieta de hace algún tiempo atrás, pero a esa, a la verdadera, vos jamás la conociste.
No te puedo mentir.
No me puedo mentir.
No puedo ofrecerte más ésto. Poco o mucho sea.
No puedo quedarme más tiempo pegada a este compromiso aceptado en estado de emergencia.
No puedo ponerte en los zapatos de otro.
No puedo, Ale.