http://www.makepovertyhistory.org dress me up and let's go to Vegas*
Tuesday, May 29, 2007
Kumulonimbus


~
Ganas de hacer algo diferente.
Léase gatopardo, algo así como 'que todo cambie, para que todo siga igual'
Oh damn fuckin' hell yeah...




Me hacen el favor, de acá se van derechito a leer a San. Así me gusta.

 
Lala, none other, a las 4:09 PM 12 [They treat horses, don't they?]
Sunday, May 27, 2007
El viento trae consigo una marea de elementos invisibles. Es un viento acuoso, un viento acuático. El agua encarna desde el cielo, las nubes. Repletas de tormenta precipitar sobre nosotros que a su vez, precipitamos los unos contra los otros.
Somos viento cargado de agua que vamos buscando refugio en el cristal de las gotas que se desprenden de esa acuosidad eólica que nos refleja y nos hace sentir acompañados a la vez que nos da sutiles cachetadas en la calle.
Llegan, rompen y se van.
Llegamos, rompemos y nos vamos.
“Amar, temer y partir” nos enseñan a conjugar en primera instancia.
Sólo con el viento se ve.
Sólo después del viento se ve.

Sólo veo la resolana que quema - dentro de ésta habitación blanca.
Sólo huelo el pasto mojado en el exterior - dentro de ésta habitación blanca.
Sólo rozo la infinidad de lo eterno - dentro de ésta habitación blanca.
Sólo saboreo la momentánea y perpetua rotación de la nada y del todo - dentro de ésta habitación blanca.
Sólo escucho los sonidos del viento de agua que sopla constante en cada vericueto de la inestabilidad del afuera - dentro de ésta habitación blanca.


~


Líneas blancas, incluso en la cortina.
Ambiente insomnio, desierto y abandono.
Cíclicas, pero jamás envolventes.
Capacidad de asombro sin precedentes.
Ambiente insomnio, error preciso.

El disco se mantiene girando, se sienta en su sitio en soledad.
Ambiente insomnio, se disparan las notas.
Se dibujan las sombras, se acomodan en la pared.
Ambiente insomnio, se mantiene girando.
Ambiente insomnio, se ve nacer desde el sonido.

 
Lala, none other, a las 12:22 AM 4 [They treat horses, don't they?]
Thursday, May 24, 2007




Rústico.

Rústico, áspero y hacia más allá de las puertas. Toda la necesidad desde la voracidad del miedo y todos aquellos sentimientos terminantes y determinantes en constante yuxtaposición. Inercia de todo y de nada. Luz de la ceguera, paz ultravioleta en escalera caracol, y los ojos.



Y el cuerpo-
Rústico, áspero, claroscuro.
La remera lo nota, del cuello al estómago- la orgullosa aprehensión de una prenda, simple y mero objeto, panacea de una persona y sus huecos. Lo perpendicular entre el cuerpo y la mente, inerte y jamás inherente al sentimiento y al deseo.


Oscuro.

Oscuro y obsoleto. Tímido y sugestivo maniqueísmo que atraviesa los caminos privados por debajo de cada ministerio de la piel.

 
Lala, none other, a las 7:04 AM 12 [They treat horses, don't they?]
Wednesday, May 23, 2007
[lagrimal de cristales rojos
en los templos del abismo
donde la enfermedad solo será

eso

que no es esto
porque 'esto'
es nuestro bien más prescindible.]

 
Lala, none other, a las 9:12 AM 6 [They treat horses, don't they?]
Monday, May 21, 2007




Amamecida. Azufre y aserrín en una bolsa.
Ella pone el bolso sobre algún rincón del piso y el cuerpo
se
le
vence
sobre el suelo.



Sincretismo de las uvas rojas, canabis que fecunda la visión de las gracias congeladas suspendidas claramente
en
el
cielo.

Los sonidos se hacen música y ella se retuerce en ecos. Retumba, caloventor de piel y huesos, precipita en los silencios. Fumata comunitaria. Rostros familiares que mañana no estarán en sus memorias. Hay imágenes, como flashes, invadiendo sus habitaciones internas. Nadie las ve, sólo ella, sola ella-
(es tan obvio que ella no está allí)
Se ríe y empaña sus ojos. Baila desde su estanque aunque esté congelada. Enemiga de las dualidades: depende de infinitos e incontables factores cósmicos.

Hay quien canta canciones de cancha al escuchar las noticias. Y hay quien sugiere que ponga las flores en agua y ella va
(ya se fue)
Hace caso, cápsula sumisa. Apuesta por cosas sin nombre juntos a carnavales de heridas y felicidades defragmentadas y nunca sabe- no. Ella nunca sabe.

(Porque siempre nada sale como lo esperás, y nunca nada es como te gustaría y eso nunca es tan bueno; pero tampoco nunca es tan malo. Y las sorpresas de este viaje lo vuelven escandalosa y atractivamente impredecible y eso, simplemente, es.)

Nicotina falaz, pulmones a media máquina. Una copa ya coagulada y entre los dedos-
yeites, papel para armar cigarrillos.
Recuerda la almohada, deja vu de piel y huesos. Se recuesta, inestable ella, y su columna tiene fibrilaciones en azufre y absorbe el aire del concreto, y se eleva:
basamento fantasía-vulnerabilidad.

 
Lala, none other, a las 12:18 PM 8 [They treat horses, don't they?]
Thursday, May 17, 2007
“Estás soñando.” decís por lo bajo.

Cuando tus palabras derrapan en el silencio hasta hacerlo colapsar, los huecos de tus párpados se profundizan y las sombras se apoderan de las cavidades de tus ojos. Así como no me apartás la mirada tampoco te percatás de estos detalles que te cuento.

“Sé que estás soñando.” decís, tratando de elevar el tono para quedarte con la verdad y sostenerla. Tratás de convencer a esta habitación, a este aire y posiblemente también a vos mismo de que no hay motivos para tener miedo. Hay un cuerpo, o partes de un cuerpo ya conocido; algo que ha logrado sobrevivir a las atemporalidades y a los apagones sentimentales.

“Soñamos en ciclos.” digo finalmente. “En algún punto el sueño nos sangra y nos reconstituye a la vez.”

“No siempre recordamos lo soñado.” me replicás.

Yo nunca recuerdo lo soñado. Yo duermo de una forma muy mecánica.

Traspaso su silueta y en sus huesos logro personificarlo. Luego de sus oraciones todavía es cálido, todavía respira y eso es en esencia, lo que en momentos como este me mata.

Aunque no sé si es conciente de lo que pasa, dormita otra vez.

No se si siente, no se si está percibiendo la belleza de lo que dice, no se si la fragilidad de este momento se asemeja a lo que habrá querido generar al dejar salir su primera frase, no se si es-
y me condensa el pánico aunque mi boca siga seca, callada.

La mierda sea con vos, Julieta, quizás hayas tenido suerte.
Quizás no te haya escuchado.

(Pero cuando pensaste que estabas a salvo fue quien te sacó del refugio, ¿qué te hace suponer que aunque dormido, no es capaz de leerte la mente?)

 
Lala, none other, a las 11:25 PM 8 [They treat horses, don't they?]
Y de a ratos el pulso se acelera y no se sabe fehacientemente si es sangre lo que va corriendo por las venas. Es corriente. Correntada. Sudestada. Vendaval. Temporal. Pulsión-que-no-cesa.

Rítmicamente incongruentes, falacias atemporalmente históricas que se quedan en el aire que sale de las fosas nasales y que, densas, terminan por impregnar hasta contaminar el ambiente. Y las aureolas que las exhalaciones de las bocas van marcando en las ventanas. Los dedos que dibujan esas fundiciones sin razones ni por qués. Muchos tal veces y muchos quizaces que tratan de hacer justicia y sólo terminan haciendo ruido en plena siesta: calambres en las piernas a mitad de la noche, mañanas en las que cuesta caminar.

La polera ha escondido el cuello pero la yugular se ha dejado entrever igual. Dibujos arcaicos en la piel para un mazo de cartas aburrido de ser póquer y pugnando por volverse ajedrez.

Los sahumerios que se consumen y los cigarrillos que se fuman y las cenizas que destellan lo que fue, que se va colando en los alvéolos, y los diez mandamientos que jamás se cumplen y el esmalte que oculta nuestras uñas tan llenas de carne, la tintura que tapa nuestra verdadera identidad, los nombres y los apellidos como entidades vanas y los números de documentos como introductores a un sistema social burocráticamente subdesarrollado.

Y entre mi número y el tuyo, ¿sabés cuánta gente puede llegar a nacer?
Y entre los anagramas de dos nombres, ¿sabés cuántos apodos esos grafismos pueden formar?
Y entre dos fechas de nacimiento, ¿sabés cuánta gente puede morir?

Los cirios que se consumen, que apagan creencias para almas descreídas en iglesias abandonadas ya sin fieles, procesiones ciegas, marchas infinitas hacia ese lugar que nadie sabe dónde está pero al que sin embargo todos saben cómo llegar. Los hijos de la miseria, la soledad, el descontento y lo infame se están revolcando. Tabú esmerilado. La búsqueda del tesoro debajo de la cama, el teléfono en la mesa de luz, el cenicero en el piso…

Lo que pasó, que ya es pasado
lo de hoy, que se denomina ‘presente’
algo que tiene que ver con lo que posiblemente acontezca, que más allá de ser futuro es simplemente un tiempo verbal sustancialmente en potencia.

El quilombo de mechas coloradas recostado sobre la almohada. La cintura de cara al techo, como pretendiendo más, el ombligo trazando planes de próximas emancipaciones, dale diciembre, no te tengo frío.

Y de fondo Steven dice que duerme con sus botas puestas..
Y ese cigarrillo que abandoné por el sueño repentino se termina de consumir, y en su imprudencia incinera el borde de la mesa de luz.
Falta tacto: es exasperante lo que genero cada vez que escribo últimamente.
Soy un desecho tóxico que jamás se conforma con nada.
This left feels right,
let’s face it:
shit happens.

 
Lala, none other, a las 4:37 AM 6 [They treat horses, don't they?]
Sunday, May 13, 2007

Cuando estaba en la secundaria, me acuerdo que en la mayoría de los recreos me gustaba colgarme de la baranda de protección que había en los pasillos de la planta alta del colegio. Era raro, la cabeza quedaba del lado de adentro, el cuerpo se arqueaba hasta quedar casi atravesado por esa baranda a la que además, le enroscaba la corbata del uniforme, y las piernas quedaban colgando, al vacío. Me acuerdo que en cada fuckin’ recreo Tina, la preceptora, venía apurada a gritarme que saliera de ahí porque me iba a matar.


Sospecho que Tina nunca se puso a pensar que yo tenía más posibilidades de caer por el susto que me daba con sus gritos que por perder el equilibrio…





(Se adapta a muchas escenas cotidianas de la vida post-secundario también.)

 
Lala, none other, a las 8:05 PM 11 [They treat horses, don't they?]
Sunday, May 06, 2007
[200 posts]






La chica en la calle lleva puesto con cierto orgullo aquel dije que le rebota contra la piel al final del colgante, aunque lo esconda por debajo de su ropa, lo más cerca de su pecho que le sea posible. Es un elemento bastante sencillo, algo de metal recortado y trabajado; con una vida glamorosa delimitada por el paso del tiempo y la consecuente pérdida de brillo y atractivo al recubrirse por la pátina que deviene eventualmente y que lo delimita a ser en la actualidad una indescriptible pieza de metal cuyo significado es únicamente conocido por aquellos que tienen un dije igual y que también, a escondidas, lo llevan consigo a todos lados.

Es sobre esas simplicidades que se vuelven mundanas al decir, más allá de la limpieza que solemos hacer cuando ya no tenemos más nada que hacer, cuando la resistencia deja de ser necesaria, fotografía sin bordes ni limites.

Es sobre la forma en que entonces ellos recuerdan sus 200 retazos de fe que fueron colocados con el tiempo de manera despreocupada sobre la cama. Hay quienes eligen sus recuerdos. Hay quienes eligen no recordar y hay quienes prefieren hablar sobre abstracciones tales como la nobleza y todo aquel palabrerío que sigue colisionando con la noción de vivir en un mundo que se parece mucho a este.

Y quizás dadas todas esas condiciones, no resultó algo difícil de prever. Su nombre y su voz saldrían a la luz y extrapolarían aquel dije tarde o temprano, provocando que inmediatamente existieran o existiesen (así debemos conjugarnos) otros quienes narraran sobre la forma en la que prefieren recordar y convulsionar cada uno de sus sacrificios antes de que la chica en la calle sea la misma cara del olvido.

Cuando la encontraron era sólo un cuerpo que servía de alimento para aquellos que todavía tenían miedo de romper las paredes de vidrio que los sujetaban a sus habitaciones. De ella no hubo imágenes, no existieron precisiones plasmadas al papel. Hubo quien juró haberla oído hablar aunque al instante aclaró que nunca fue una mujer de grandes palabras para el viento, nada que pudiera o pudiese (así enseñan a conjugarnos) importar demasiado. Sin embargo cuando trajeron su nombre escrito en esa hoja hubo quienes comenzaron a mencionarla por lo bajo, como cantándole a evidencias sobre cosas jamás vistas.

La habían leído 200 veces, pero jamás la habían visto como se ven 24 fotogramas por segundo y así se alcanza a generar la ilusión del movimiento. Sólo pocos. Extremadamente pocos. Fantasmas del ayer amalgamados y hacinados en cada uno de sus diferentes presentes.

Y a pesar de todo también entonces era sobre cómo siempre hay motivos por los que creer y creyentes en aquellas zonas donde ya nadie prende la luz; alguno que otro logrando desprenderse de vez en cuando de las masas decapitadas, perforando el olvido que al menos en el caso de aquella chica, le confirmaba que siempre tendría a dónde regresar, ya sin la prestancia para crear un nuevo universo simbólico. Su lado B en pleno Kumulonimbus.

Es sobre como todas y cada una de las diferentes teorías que la alcanzaron jamás han logrado arrojar evidencia empírica que esgrimir sobre la mesa que pruebe su real existencia, también en su intangibilidad cuidó puntillosamente su margen elusivo.

El culto que en plena ceremonia no se autodefinía en forma semejante fue simplemente la realización de la forma otorgada a raíz de un nombre elevado sostenido en una potencia personal más nunca personificada, como aquellas memorias que se estiran en el concreto del tiempo y que con la venida de nuevas generaciones, de a poco vamos dejando de compartir todos por igual. Quizás su semejanza fuera o fuese (así nos machacan que debemos conjugarnos) la nota al pie de página que nadie elige leer.

Es sobre como aquellos que no pueden distinguir color de sombra no quieren ser vistos como se ve a un ciego. Es una gran nota al pie que se mutila al romper su propio talón de Aquiles y renace explícita pero tácita en plena página.

Desde el fin como principio, la ropa sigue siendo una prolongación de nuestra piel y el medio sigue siendo el mensaje.

 
Lala, none other, a las 6:00 PM 9 [They treat horses, don't they?]