Rústico.
Rústico, áspero y hacia más allá de las puertas. Toda la necesidad desde la voracidad del miedo y todos aquellos sentimientos terminantes y determinantes en constante yuxtaposición. Inercia de todo y de nada. Luz de la ceguera, paz ultravioleta en escalera caracol, y los ojos.
Y el cuerpo-
Rústico, áspero, claroscuro. La remera lo nota, del cuello al estómago- la orgullosa aprehensión de una prenda, simple y mero objeto, panacea de una persona y sus huecos. Lo perpendicular entre el cuerpo y la mente, inerte y jamás inherente al sentimiento y al deseo.
Oscuro.
Oscuro y obsoleto. Tímido y sugestivo maniqueísmo que atraviesa los caminos privados por debajo de cada ministerio de la piel.
Oscuro y rústico.
Pienso en ébano y en el tío Tom