Amamecida. Azufre y aserrín en una bolsa.
Ella pone el bolso sobre algún rincón del piso y el cuerpo
se
le
vence
sobre el suelo.
Sincretismo de las uvas rojas, canabis que fecunda la visión de las gracias congeladas suspendidas claramente
en
el
cielo.
(es tan obvio que ella no está allí)
Se ríe y empaña sus ojos. Baila desde su estanque aunque esté congelada. Enemiga de las dualidades: depende de infinitos e incontables factores cósmicos.
(ya se fue)
Hace caso, cápsula sumisa. Apuesta por cosas sin nombre juntos a carnavales de heridas y felicidades defragmentadas y nunca sabe- no. Ella nunca sabe.
yeites, papel para armar cigarrillos.
Recuerda la almohada, deja vu de piel y huesos. Se recuesta, inestable ella, y su columna tiene fibrilaciones en azufre y absorbe el aire del concreto, y se eleva:
basamento fantasía-vulnerabilidad.
Qué vulnerable es el ser humano cuando mira al cielo y mira al suelo. Qué sensaciones diversas aparecen cuando no encontramos nada que nos llene, cuando estamos en una desolación que sabemos cómo poder sobrellevarla. Me pasó cuando leí estas líneas: recordaba motivos para estar contento y todo lo que hacía y pensaba cuando no lo estaba...Que las flores sigan en tu compañía.