Desdémona rosarina que tanta falta me hace
ayer, hoy, mañana
y en todos los tiempos.
Editora oficial, almita sensible,
amiga eter(n-e)a.
Como dice una canción que dice muchas cosas:
“pienso en vos estés en donde estés”
Ay, Ishi, ¿qué habrá sido de todo aquel mundo, nena?
Ese mundo donde la infancia era un sarcasmo,
y el estupro una palabra en algún diccionario,
y las suicidas eran mentes enroscadas,
colapsadas,
encontradas,
damas de la crueldad con las muñecas rasgadas,
las ropas ajustadas
y la piel oxigenada por la labor del sol en cada poro.
Ay, nena, ¿qué será de vos en éstos tiempos?
¿Seguirán tus martes de alcohol, tu universidad tan odiada, tu familia equivocada, tu rechazo hacia el tabaco, tu no-adicción a la marihuana?
¿Seguirá esa pequeña rata observándote comer desde su jaula?
¿Habrás llenado de plantas tu balcón, aquel que en martes de tequila, dio lugar a mi lugar?
¿Seguirán tus ojos turquesas mirando siempre un poco más allá, encerrados en su más acá?
¿Cómo habrás recibido tus 23 años?
qué perfección más macabra la de nuestros caminos,
qué verdades más amargas hemos recorrido a los gritos,
qué hermosa la vida,
qué cruel el tiempo,
qué difícil la estadía,
qué caras las sonrisas, los libros, las tazas de café, las críticas, las lágrimas, la fragilidad que expusiste y que así, dio vida a la mía.
qué justas y que precisas las comarcas epistolares,
qué desaparición ésta,
eyección en doble sentido, en carreteras a toda velocidad,
intromisión de los regimientos altaneros en las esferas felices y voraces, en las copas, en los libros, en aquellos soundtracks, en los escritos, en la mesa, en los ya a esas alturas, dos balcones.
Fantasmagoría de los trapos apáticos,
la ropa desvencijada,
las horas consumidas,
y las verdades señaladas.
¿qué será de aquel mundo?
Ay, nena,
qué hermosa esta vida pero también
qué sucia la realidad.
me emocionó Juli esto, porque siento que puede ser extensible a muchas amistades (cada una con lo suyo,bien anclado siempre) y una se retrotrae tan fácil últimamente que llego a creer que Bergson tenía razón...
en fin
gracias y
un besote!