http://www.makepovertyhistory.org dress me up and let's go to Vegas*
Monday, April 21, 2008



El destino nos contaminará, será justo cuando los soles sean los humos y los humos los horizontes. Y van a teñir todo a su paso. Van a tomar las avenidas y las van a llenar de panfletos y señales que ya no entenderemos, sólo caminaremos mientras que otros se subirán a sus autos y seguirán de largo, como destinados al destino y a lo absurdo de los caminos en línea recta.

Pero será injusto reclamarse el no haber escuchado los jirones de tela caer, o las alarmas de las casas sonar, o las llamas saliendo de las duchas, marcando los poros, tatuándonos la piel. Y serán entonces las esquinas del olvido las que nos digan dónde doblar, fervientes y llamativas, escondidas y valientes, fugaces en su persistencia. Y miraremos sobre los hombros como quien teme ver más allá de lo que le permite la visual.

Y siempre nos despertaremos desesperados ante la rutina de la adultez que alguna vez llegó en silencio y bajaremos las escaleras para ir allá afuera, en donde la marea de gente te da forma y te lleva a donde no querés llegar. Y con el café de la mañana vamos a leer las noticias que seguirán imprimiéndose en los diarios. Las promesas de algún cambio, algún plan para sanear un futuro que será presente e inevitable.

Una vez más llegaremos para darle de comer a los perros de la casa, pagar los impuestos y depositarnos enfrente del televisor. Preguntaremos cuándo vence la luz y si será el servicio de teléfono o el cartero la razón por la que siempre llega la factura de Telefónica vencida. Nos vamos a entregar a la vorágine de una tarde soleada encerrados en un shopping con dinero de plástico. Y vamos a ver qué tan mal le va a nuestros hijos en el colegio y, por supuesto, nos va a llegar el rumor de que la hija de la vecina quedó embarazada a los 16. Nos vamos a quejar de que el boliche que nos abrieron a media cuadra de casa no nos deja dormir de noche y de que los pendejos dejan la vereda hecha un desastre con latas alargadas de las bebidas del momento y forros usados disecándose en las baldosas. No vamos a saber qué contestarle a nuestros hijos cuando nos pregunten qué mierda es eso por lo que vamos a recurrir una vez más al viejo "cuando un papá y una mamá se aman mucho, piden un deseo."

Vamos a quejarnos de que la moda de estos días es un despropósito para los estándares de belleza y de que las publicidades de perfumes siguen sin entenderse por más conceptos que acarreen. Nos vamos a estremecer cuando aparezca algún chico flotando en algún arroyo y vamos a abrir el garage todas las mañanas rezando de que no se nos meta un tipo armado que saque de la galera una masacre en tiempo record en nuestro propio domicilio. Volver a terapia o no, ahora que tenemos un psicólogo en nuestra cama, la rutina, la plata, los hijos, la actualidad que se repite como si ya no nos la supiéramos de memoria. Pasados los 30, las actividades de adulto, el changuito mensual lleno de cosas en el súper y el chico que viene a cortarnos el pasto porque el marido no tiene tiempo y el nene se la pasa con la guitarra y esas amistades que cambian cada quince días. Y Boca y River que van a seguir degradándose en afiches, y San Lorenzo que sigue dando dolores de cabeza, y el de Racing que duerme al lado mío con el Olé bajo la almohada que no para de sufrir.

Los de Catupecu Machu van a hacer un show al que no vamos a ir porque todos los de nuestra generación ya nos habrán ganado en las boleterías, y nos tendremos que bancar las muertes de los Spinetta, de los Tyler, de los Vedder, de los Jagger, de los Gallagher… todo por haber nacido en los 80 y ser testigos del ocaso que le sigue a todo apogeo, y otra vez los hijos van a venir y te van a mirar los ojos llenos de ayer y te van a preguntar “éste te gustaba, no?” – y no nos va a quedar otra que tratar de descifrar qué demonios es lo que les gusta a ellos, qué cosas los inspiran de este mundo vacuo y superficial, en qué encuentran certeza, en quién se refugian, a qué aspiran - como cuando recién habían nacido y la única puja era hacerlos de San Lorenzo en vez de Racing (O de Racing en vez de San Lorenzo.)

Pero mientras tanto los cromosomas seguirán jugando de noche a que son invulnerables a las estaciones y nos descifrarán los deseos que osemos acumular. Las ganancias las pondremos sobre la cama mientras los efectos especiales que vimos en las pantallas el año pasado ya nos empiezan a parecer meros artilugios para llamarnos la atención.

Y nos vamos a morir tantas veces en plena vida sólo para llevarnos los aromas de las mañanas que nos arriman hasta los bordes del sol. Vamos a coger tantas veces para asegurarnos de que al morir del todo nos vamos a llevar en los poros una parte de los enigmas de piel que van a quedar vivos extrañándonos en casa. Y temporalmente vamos a decir que es “sólo un juego” aunque no lo sea sólo para no perder la chance de empezar todo una vez más. Y una vez más a pesar de las esquinas del olvido y las señales que ya no entenderemos seguiremos siendo los que alguna vez elegimos elegirnos. Pero cuando nos pregunten diremos que sabíamos que el destino nos iba a contaminar, por más hermosa que sea nuestra casa o deliciosas nuestras cenas. O cálidas las Navidades en familia o entretenidos los sábados por la noche. Ante la mirada atenta de los extras diremos que sí, que somos una mancha del destino o un tatuaje de rutina. Incluso quizás algún día hasta dejemos de usar las alianzas por miedo a algún robo inesperado, pero de todos modos nos iremos a dormir, no sin antes tener sexo, y sabremos en lo profundo, que sólo nosotros sabemos que eso no es tan así.

 
Lala, none other, a las 5:39 PM 11 [They treat horses, don't they?]
Thursday, April 17, 2008

Crush. Nene, nene, al preguntar por esto no te puedo responder aquello. Hubo una época, tho, en la que sabía englobar todas las respuestas posteriores en la primera pero ya no. Se juntan siluetas en la memoria, como formas que van rompiendo las formas y las envolturas y se mueren al dejar de ser recuerdos vírgenes. Crush. Así que nene, nene, bañado en estilos, no te mueras cuando dejes de ser virgen en mi cabeza porque nene, nene, yo siento un mundo entero por vos. Crush. Y nene, nene, tengo las botas puestas y la cámara en la mano y un solo lugar, más o menos cuatro paredes, cuatro putos córners y como cien ángulos de toma. Crush. Nene, nene, ya vi como se amotinan tus ojos con pegamento a mis hombros, y sigo siendo virgen de destreza para nadar las aguas que me tiran para abajo. Saco fotos que me hacen escribir, lo sabés. Y nene, nene, dejame taparme con vos a la noche que se hace de noche cuando llega la noche después de que pasa la noche. Crush. Porque nene, nene, el mejor señuelo es encontrar la pose que te hace parte del arte y subir los peldaños de los finales del tiempo. Crush.

 
Lala, none other, a las 12:15 AM 1 [They treat horses, don't they?]
Tuesday, April 15, 2008

Antenna – Shout Through The Green / Las Tomas Obsoletas – Lala Mártin Photography.



Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.

Concreto, cenizas, azulejos, desperdicios corazonados en gamas de rojos y rosados. Anaranjados de libertad. Y siguen estrellándose hacia la nada en la que se cristalizan por completo; cuando ya no les queda más abajo por bajar. Los volados del ruedo y las estelas entre brillantes y plateadas, en los tobillos blancos de las piernas árticas de los cuerpos esmerilados. Entre cristal, brillantes y plateados.

Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.

Se habían maquillado alguna que otra vez, cuando todavía entraban en vigencia esos souvenires que es mejor recordar que preservar. Cuando los relojes pasaban y dejaban sonidos en la atmósfera siempre se volvía susceptible dentro de las posibilidades de acatar una nueva urgencia. Se reflejaban entre sepia, díscolos y autómatas. Las copas siguen con las marcas de esos labios, esas huellas que abrazan al más cruento de los abrasivos, entre atractivos, fatídicos y obsoletos.

Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.

Entre pastel, delicado y manufacturada se describe la funda que empolva los matices del mundo que entra en la palma de una mano o entre cuatro paredes castigadas por el paso de los años. Suena sofisticado, se vuelve exasperante en los alientos que forman las aureolas de los vidrios empañados de hoy. Son las imágenes más bizarras del alcohol que se escurre por las marcas del suelo, en las escaramuzas de algún tipo sentado en el corner mirando fijo la acción que se le incrusta en los sentidos vía retina.

Pero no habrá un solo, mísero, insignificante día como éste cuando el mundo se seque de raíz. Ya no habrá que discernir la nueva desesperación de algún festejo religioso. La adoración recorre la cintura y no descansa en los pabellones de la materia que compone los cuerpos esmerilados de las piernas árticas de los tobillos blancos. Sólo blancos, sólo puros, sólo infinitos.

Las naturalezas muertas, esos otros, los souvenires disecados y desmaquillados de ayer que es mejor recordar que preservar ya no cantan desde la repisa. La madera combina con las grietas de aquel que se consume porque ya no es. Abajo hay luz, movimiento y voces. No se apagan, no se quedan quietos. No se silencian. Ya no.

Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.

 
Lala, none other, a las 1:32 AM 3 [They treat horses, don't they?]
Wednesday, April 09, 2008

As If – Lala Mártin Photography


Vino como un mensaje subliminal, como la libertad en primavera. Se leyó como una lluvia que trae calma después de un día largo, tal como la libertad en primavera. Un libro con secretos de alquimia en el escritorio, los papeles de los caramelos que alguna vez comió y no quiso tirar y que siguen haciéndose notar – tal como cuando llega la libertad. Siempre en primavera. Estos papeles son como un hombre viejo que muere sus últimos soles; que conoce vivencia por vivencia y que camina por delante de todos ellos, los que callaron y cayeron. Cuando en las pupilas se halaga al porvenir y se ahogan los atajos, es la mariposa que un día se levanta dispuesta a estirarse más allá del quebranto de su condición efímera, como la libertad que ella misma enarbola en primavera. Estos son los colores que se escapan de las acuarelas, y las sombras que no dejan ver algunas texturas, las notas que callás armoniosamente cada vez que tus cuerdas vocales evocan los pianos que tocaste, los estimulantes que no necesitás, el alcohol que no Tomás, la calma que vas dejando en la serenidad de lo que ya era tranquilo. Estos son los recortes del diario robado de algún verano que quiso empezar antes de los tiempos preparados para la arena y que no contempla aquellos posibles abriles. Los marzos de marfil en los templos de la inocencia que te espera durmiendo en tu cama cuando llegás del agotamiento al que te exponés todos los días, como la libertad en primavera. Vino como un misterio urbano de calles empedradas y monumentos que hablan entre sí entrada la noche. Vino con una taza para preparar infusiones a veces frías y a veces humeantes y una máquina para fabricar recuerdos en tiempo presente, souvenires de mañana, como cuando llegue la libertad en la próxima primavera. Como los huesos que te ayudan a mantenerte de pie, y los sueños que te hacen dormir; aquellos otros que te zamarrean hasta que te despertás y aquellas baldosas de cristal en los relojes de tu acierto, en los ojos de tu gracia, como tu voz; o la libertad que marzo perfumó a primavera, o la contradicción con algo de azúcar de la boca que no sólo besa sino que también te obliga a respirar, o las fotos que llevás en cada camino entre color y sepia que Tomás. Vino como la libertad en primavera.

 
Lala, none other, a las 4:15 PM 5 [They treat horses, don't they?]