Antenna – Shout Through The Green / Las Tomas Obsoletas – Lala Mártin Photography.
Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.
Concreto, cenizas, azulejos, desperdicios corazonados en gamas de rojos y rosados. Anaranjados de libertad. Y siguen estrellándose hacia la nada en la que se cristalizan por completo; cuando ya no les queda más abajo por bajar. Los volados del ruedo y las estelas entre brillantes y plateadas, en los tobillos blancos de las piernas árticas de los cuerpos esmerilados. Entre cristal, brillantes y plateados.
Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.
Se habían maquillado alguna que otra vez, cuando todavía entraban en vigencia esos souvenires que es mejor recordar que preservar. Cuando los relojes pasaban y dejaban sonidos en la atmósfera siempre se volvía susceptible dentro de las posibilidades de acatar una nueva urgencia. Se reflejaban entre sepia, díscolos y autómatas. Las copas siguen con las marcas de esos labios, esas huellas que abrazan al más cruento de los abrasivos, entre atractivos, fatídicos y obsoletos.
Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.
Entre pastel, delicado y manufacturada se describe la funda que empolva los matices del mundo que entra en la palma de una mano o entre cuatro paredes castigadas por el paso de los años. Suena sofisticado, se vuelve exasperante en los alientos que forman las aureolas de los vidrios empañados de hoy. Son las imágenes más bizarras del alcohol que se escurre por las marcas del suelo, en las escaramuzas de algún tipo sentado en el corner mirando fijo la acción que se le incrusta en los sentidos vía retina.
Pero no habrá un solo, mísero, insignificante día como éste cuando el mundo se seque de raíz. Ya no habrá que discernir la nueva desesperación de algún festejo religioso. La adoración recorre la cintura y no descansa en los pabellones de la materia que compone los cuerpos esmerilados de las piernas árticas de los tobillos blancos. Sólo blancos, sólo puros, sólo infinitos.
Las naturalezas muertas, esos otros, los souvenires disecados y desmaquillados de ayer que es mejor recordar que preservar ya no cantan desde la repisa. La madera combina con las grietas de aquel que se consume porque ya no es. Abajo hay luz, movimiento y voces. No se apagan, no se quedan quietos. No se silencian. Ya no.
Siguen hasta el piso, se frenan cuando ya no les queda más abajo por bajar.
Oh star, fall down on me.
este post me hizo sentir música y pensar colores