Cospel de sensaciones para un estilo desgarbado de monedas pero redoblante para volverse efervescente.
De-mente enfermiza, y gamulanes que es mejor dejar tirados por el piso.
La estación muta, cambia, evoluciona…
llega; siempre llega.
Bolsas y paquetes de distintos polvos; y alucinógenos hechos cócteles que la memoria se encargará de cristalizar.
Fotos de sonrisas desprevenidas y la ropa interior ordenada en un cajón, por color.
Mano en el pecho: los dedos quieren emular los latidos del torso blanco.
Riendas y amarras que es mejor no anclar, ni batallar, ni apresurar porque todo llega.
La variedad y la variación se hacen de cuerpo presente:
La mística cede ante el realismo de la sangre que se proyecta a través de las córneas.
Cospel de berrinches y enojos, soliloquios momentáneos que gravitan y hacen perder el eje.
No te alejes del centro…
No te alejes del centro, nena.
Magnetismo sin tarjeta para pecados inocentes y cuellos impunes que transitan y peregrinan los montes planos de las calles de la ciudad.
Y carteles a los que les faltan luces, y letras por encender.
Alumbrado público y un pubis barrial.
Barro con detergente y situaciones limítrofes que hablan del saqueo de la soledad.
Burbujas para la nena, fragilidad para vivir y para ser.
Estar y trascender, elevarse y no caer, llegar hasta ahí y renacer, y que la ropa que fue revoleada permanezca en donde quedó tirada, por lo que duren algunos momentos de celebración.
Estar y estarse. Detestar el subte si no hay más cospel, aunque sea momentáneo. Odiar el subterráneo si no aparece el cospel.
Trompo que se mantiene girando, no te salgas del eje, nena.
Beso en el ombligo que lo perfora y lo atraviesa de lado a lado. Cintas y lazos en las caderas y más arriba, hacia la cintura y los huequitos que asoman desde el borde del jean.
Cerveza en el pasto. Té en el suelo.
No te enfermes tanto, nena.
No te alejes tanto…
No te alejes de tanto, nena…
Luis Alberto Spinetta
Post-Crucifixión
Abrázame,
madre del dolor...
nunca estuve tan lejos,
de mi cuerpo...
abrázame,
que de la vida,
yo ya estoy repuesto...
Abrázame,
madre del dolor...
nunca estuve tan solo,
en este mundo...
abrázame,
que amanece,
y hay resignación...
Y en esta quietud...
que ronda a mi muerte...
no tengo presagios de lo que vendrá...
Abrázame,
madre del dolor...
nunca estuve tan lejos,
de mi cuerpo...
abrázame,
que de la vida,
yo ya estoy repuesto...