La historia de película se enmarca y se queda en la pared en exhibición. Inmaculada. No quiero otra igual, pero tampoco quiero algo convencional. De enero a hoy ya pasaron 5, todos iguales, incluso creo que dentro de un tiempo ni los voy a poder recordar. No fue su culpa, yo no era yo. Muchos y muy diferentes factores me fueron alejando de la que siempre fui. Hoy la termino de rescatar. ¿Cómo era yo? ¿Qué hacía? ¿A dónde iba? ¿Qué me gustaba? Listo. Ya la tengo acá de vuelta conmigo. La extrañé durante este último tiempo debo confesar…
Plumerié lo que no servía. Los lugares, las cosas, las personas. Sólo queda lo indispensable y lo elegido. Colgado en un cuadro o en una charla de amigas. Sólo lo necesario.
Quiero un bohemio que se adapte a ese lugar tan raro que sueño muy a menudo, que no es una casa, pero tampoco es un departamento.
Que se vista como más le guste, que sea sensible aunque no sea humano, si es alma solamente no me quejaría. Que sea casi tan sensible como yo, porque yo soy de esas personas que las rayás una vez y la marca queda para toda la vida.
Que tome el té conmigo sentados en el baño. Que escuche buena música, que sea capaz de amar la bosanova un día y quedarse dormido escuchando música en francés a la semana siguiente.
Que sepa pelotudear. Que sepa centrarse. Que entienda lo que quiero decir cuando sostengo que hoy por hoy mi última locura cuenta de que me encantaría tener la posibilidad de ser hombre por una semana.
Que tenga fe en algo, aunque no tenga muy en claro en qué.
Que comparta mi sentido del humor, que te hace reír fácil pero que no siempre es fácil de digerir. Que sea un poco cruel, un poco perverso, pero con los demás cuando lo merezcan, que conmigo se ría de costado.
Que no tenga miedo de enfermarse si se queda dormido en la bañera.
Que le importe más ser feliz que la plata.
Que prefiera un recital o un bar antes que un boliche (sobre todo si es el boliche de moda)
Que no use reloj. Que sepa quién es de a ratos y que en los otros ratos no tenga vergüenza ni necesite disimular que tiene muchas ganas de darse la cabeza contra la pared. Que siempre tenga algo para contar, que aunque me ponga a prueba mechando taradeces en sus oraciones logre que no se me desvíe la atención a la primera mosca que pase volando.
Que no viva pensando en el futuro, pero que tampoco deje que el presente, por más perfecto que sea, le borre el pasado.
Que le guste dormir casi tanto como caminar.
Que viva igual los días en que recién cobró a los que se acercan a fin de mes.
Que le guste el cine pero que no le guste ir al cine siempre. Que no vaya de estreno en estreno, sino que prefiera perderse entre las góndolas de Blockbuster buscando películas raras que te hagan pensar.
Que no discuta de política como todos, que me diga por qué ese libro que recién termina de leer vale la pena ser leído.
Que crea en otras vidas, y que cada vez que se cruce con alguien con luz propia le busque en las facciones o en los ojos el brillo de alguien adorado que ya no esté.
Que diga, demuestre y exprese lo que tenga ganas, de la forma que quiera. Y que después no piense si estuvo mal o bien, qué dirán o qué harán con eso.
Que a veces prefiera la radio a la televisión.
Que le duela la mentira, la pobreza, el hambre, la injusticia. Que tenga valores. Que sea la convicción hecha persona. Que se haga notar donde quiera que vaya y no por ser el espíritu del lugar sino por ser el que sostiene una ideología a pesar del paso del tiempo.
Que crea en la ciencia pero que no vaya corriendo a buscar respuestas en las enciclopedias.
Que no dude en resignar una noche de joda por un domingo al aire libre o por una exposición, exhibición, muestra… que se interese por el arte. Que lo sienta.
Que crea en el horóscopo y en esas cosas sólo cuando le convenga.
Que me haga reír. Que sepa cómo emocionarme.
Que le guste el sonido de la lluvia mientras se va quedando dormido después de un día largo.
Que cante, bien o mal. Que no se calle por nada.
Que me acepte así como soy: bella genio, freak estrella, niña ambidiestra que escribe con la derecha y corta con la zurda.
Que se conmueva con lo que le pasa alrededor.
Que entienda que este mundo es una mierda y que sabemos cuántos muertos dejó la última jornada de la guerra pero que no tenemos idea de cómo está el vecino de enfrente o la mujer que se nos sienta al lado en el colectivo, y que aunque sea desde el pensamiento tenga ganas de que toda la lacra cambie y se vuelva algo digno por que vivir.
Que vaya por la calle mirando las caras de la gente como lo hago yo. Que siempre busque una historia que contar, o que siempre la imaginación le cuente una.
Que le guste el fútbol, el tenis, las carreras, el básquet y los deportes en general aunque no sea deportista. Que no le dé miedo llorar. Que si se equivoca sepa reconocerlo, porque para terca ya estoy yo. Que diga lo que piense. Que no siempre piense lo que diga. Que sepa distinguir vainilla de canela en el humo de dos sahumerios del mismo color.
Que le guste el agua. Del mar, de la lluvia, de las tormentas, de lo que sea. Y que cuando garúe no se quede bajo techo. Que salga.
Que sea sincero, pero que lleve a la práctica eso de que a veces una mentira a tiempo es mejor.
Que le gusten los perros, que a veces lo lleguen a emocionar más que los nenes, y que siempre que vea uno que ande solo o enfermo se lo quiera llevar a la casa para que esté mejor.
Que entienda que una historia de dos es un imperio en potencia que en cualquier momento empieza a aplastar todo lo que le ande cerca.
Que sepa pensar. Que sepa sentir. Y que encima sea capaz de hacer ambas cosas al mismo tiempo, aunque una tire hacia la izquierda y la otra hacia la derecha.
Que sea inestable, como yo. No soportaría a alguien que tiene una vida armónica.
Que no pierda la paciencia con mis cosquillas cada vez que quiera tocarme. Las tengo de chica, ya no se van a ir. Que sea capaz de coger y de hacer el amor con la misma persona, en el mismo momento, o en situaciones diferentes.
Que no reaccione de la misma forma ante dos situaciones iguales y que sepa explicar por qué.
Que siempre quiera algo distinto. Que se adapte. Que se camufle.
Que sepa lo que es el dolor, la soledad, la espera, la angustia, la impotencia, la bronca... pero que le tenga más miedo a la oscuridad que a morir.
“Pedís nada. Cualquier persona tiene eso. Salí a la calle y elegí.” Me dijo Giovanna.
Yo creo que pido en exceso.
hay estrellas que envidian tu pureza.