No te fíes de los 11 años que me llevás.
No te guíes por mis ojos.
No creas que mi voz es tuya.
Sin embargo gracias por haber caminado conmigo. Por haber almorzado conmigo de lunes a viernes. Por les gestos y las palabras que fueron.
No hagas caso si te digo que te quiero, y no es que sea algo personal: de enero a hoy ya hubo cinco que tuvieron que aprender a convivir con eso. Y no es que mienta. Oculto la verdad, que es diferente.
No creas que mis 22 son menos experimentados que tus 33.
Sin embargo gracias por entender. Gracias por bancarme. Gracias por haber estado, soportar y aguantar; que no es fácil, lo sé.
No te pongas loco cuando la pendeja te pegue tres gritos.
No me creas cuando te digo que me siento mal y que me voy a quedar en casa.
Sin embargo gracias por los mensajes y los masajes para cortar un día denso y gracias por haberme dejado manejar el control remoto.
No te fíes cada vez que te preparo un café. Muchas veces le pondría sal en vez de azúcar y muchas veces le pondría cianuro en vez de sal.
No tenés que esperar demasiado de alguien que te dice que te quiere pero que jamás te dice “soñé con vos.”
Sin embargo gracias por las cosquillas cuando me tildé. Gracias por los abrazos. Y gracias por no fastidiar pidiendo o demandando cosas que sabías que yo a vos no te iba a dar.
Y gracias por ofrecerte como puchinball humano cada vez que dije “necesito pegarle a algo” o “necesito romper algo.”
Y gracias por nada más.
Odio ser así de agradecida.
(Sos grande, no hace falta dramatizar con el típico “algún día me vas a entender y vas a agradecer que sea ahora y no más adelante”, acá se sabe que eso es todo mentira.)
Pero fui frontal, y como siempre lo entendiste en cuestión de segundos: yo soy demasiado freak para alguien así de convencional.
Permiso, te voy a soltar la mano.
Basta de gente que sé que dentro de algún tiempo no voy a recordar ni cómo se llamaban. Fuiste muy cómplice, miraste siempre desde una altura más interesante. Dijiste que soy más. Que merezco más. Y tenés razón.
No sé si estaré contenta, pero estoy estable. Estoy bien. Quería y necesitaba esto, realmente. Barrer con todo lo que no tiene que ver conmigo y empezar a volver a ser yo, empezar a recordar qué hacía, a dónde iba, qué me gustaba. Volver a la bohemia. A la música, al humo y a los libros. Volver a tener anhelos e ideales que de seguir así, no tendría; y no es que hayamos caminado torcidos, es que no era. No lo sentía. Sin embargo lastimé a varios y no te quería hacer lo mismo... supongo que un poco por vos y otro poco para salvarme, para enmendarme.
Que te vaya muy bien, nos veremos en el camino.
Listo, loca bohemia: libre otra vez.
y see... una se construye en el camino... y al toparse con un tan aliviante "fue lindo mientras duro" siempre hay dos excelentes opciones, a saber: redecorar... o quien dice (segun el humor) arrancar el empapelado a pedazos y reaparecer radiante como si nada hubiera sucedido.
me alegra que te liberes a traves de un tan angustiantemente agobiante "fue lindo mientras duró"... que todavia hace eco en mis ojeras, y en su nuevo corte de pelo... patetica yo?
bechos juliet!