“There are many things that I would like to say to you,
but I don’t know how…
Because maybe
you’re gonna be the one that saves me;
and after all
you’re my wonderwall.”
Hay algo en este mundo que está mal.
Nos corrompe, pero a la vez, nos aggiorna.
Por momentos te veo como se ve a algún tipo de ángel vagabundo que no sabe a dónde ir y termina siempre apareciendo en los mismos lugares de siempre.
Lo sencillo, de tan fácil, se vuelve retorcido; lo sé.
Lo llano, de tanto traqueteo, se manosea; indefectiblemente.
Hay quien asegura que la gota que se derrama a cada minuto sobre el mismo lugar en mi frente va a terminar perforándome.
No hay que preocuparse, no voy a decir una gran verdad pero a veces hay cosas que por más que se sepan siempre se quieren escuchar:
Voy a dejar que la gota me perfore, y no voy a tratar de disimular el vacío:
Ya todos saben que para cada agujero siempre hay algo que calce perfecto.
Algunos tarados piensan que no sé qué camino estoy tomando,
que el diablo ya metió la cola en todo esto
pero,
es menester decirlo,
el diablo nos ha metido la cola, pero desde hace tiempo le robé el tridente
y aunque no se vea,
te juro que lo llevo conmigo a donde quiera que vaya.
Por primera vez en mucho tiempo no quiero escapar de mi cabeza.
Huir de mí sería dejar de conocerme y si no me conociera, tampoco te conocería.
Tengo las llaves del mundo del cambio,
del mundo que te cambia, no del mundo que es cambiante.
Tengo las llaves del mundo suicida listas para girar y hacer mella en esa parte de vos en la que calzo perfectamente.
Hay un pequeño asesino en vos y una pequeña asesina en mí,
magia conjugada en el talento de las muertes prematuras, lo sé.
Aquí vamos otra vez,
en tu habitación, ya vacía de placeres verdaderos y apestada de paraísos baratos y vulgares.
Tengo las llaves del mundo de los cambios,
¿qué se te ocurre que podemos hacer una vez que estemos ahí?
Beatificá mi suerte,
retorcé mi lógica,
sangrá mi destino porque no hay chance ni hay escapatoria.
Ventilá mis huesos en tu colchón,
lavame el cuerpo y el alma en tu bañera,
sentame en la mesa en la que comés,
admirando canciones,
deseando poder,
deseando estabilidad…
Fui tan feliz con vos, por Dios…
Me hacés tan feliz de a ratos, mierda…
[Espero verte del otro lado.]
Retorcé mi lógica.
Espero verte del otro lado.
Sangrá mi destino y al mismo tiempo soplá e inflá las palabras con la magia como si fueran globos y después agotá la magia de este destino hasta que sobren las palabras porque no hay chance ni hay escapatoria y entonces lo que deba ser, será.
Beatificá mi suerte.
Retorcé mi lógica.
Espero verte del otro lado.
Sangrá mi destino porque no hay chance ni hay escapatoria porque lo que tengamos que ser, será.
Es como un símbolo ese muro.
Es como estar al borde de la vida. Entre ésta y la muerte.
Es una amenaza que sigue presente y una representación del deseo de vivir inimaginable.
Ahí, contra el muro, sos tu propia suerte y todos tus deseos. Y entre ellos está él y su suicidio juntos.
Hacia el infinito.
Para sentirse vivos, una vez más.