Anoche alguien me dijo:
“Es preciso, tenés que recordar, buscar adentro tuyo, rescatar; es decir, tenés que recuperar – qué es eso que hay en vos, que nadie más tiene. Qué es eso que das, que nadie más puede dar. Qué es eso que tenés, que en nadie más se puede encontrar…” Esta edad tiene sus trampas. 23, ya no son 2 más 3 – son 16 más 7. Hoy cuando iba a tomar el colectivo enganché la salida del secundario. La parada se llenó de chicas de 15, 16 años. Esas, las que se empeñan en demostrarle al mundo que son ‘raras’ o ‘diferentes’ como renegando de lo ‘normal’ – como si ser una chica común fuera demodé – esas, las que todavía no se dieron cuenta de que si todas son ‘raras’ entonces ser ‘rara’ es ser ‘normal’ o si se quiere, si todas son ‘diferentes’ entonces ser ‘diferente’ es ser ‘igual’. Las escuchaba, creyéndose interesantes, vanagloriando músicas sin pensar en todos los temas que todavía les falta escuchar, falsamente adultas, falsamente maduras, falsamente decididas, falsamente ambiciosas, artistas, vanguardistas, protagonistas, buscando un apodo que las distinga, que les de algo de personalidad. En el fondo me dio pánico reconocer que yo también alguna vez tuve 16, quizás el paraíso de la podredumbre neuronal femenina disfrazada de alumbramiento, tal vez el reino de la prefiguración donde escribimos o leemos a los grandes pero a la media hora cerramos el libro o guardamos el cuaderno y visitamos el foro de Para Teens o nos reímos de las cosas que hicimos en clase.
23, 16 más 7. Estas edades tienen sus trampas, sus betas de laberinto, sus espejos de agua. De los 19-20 hasta los 25-26 nos damos cuenta de que ese mundo de fiestas de 15 y viajes de egresados ya representan más simbologías nostálgicas que recuerdos vigorosos. Esto debe ser sentir el crecer, no crecer y ya. Esto debe ser poder reírse de quien fuimos a los 16, cuando veíamos el mundo creyendo en todo, cuando la emancipación y el desarraigo tenían forma de unas vacaciones con amigas, cuando no sabíamos que trabajar no es llenar horas en un lugar, cobrar un sueldo y nada más, cuando sabíamos qué era la burocracia pero jamás la habíamos sentido en carne propia, cuando llorábamos por pibes que ni se iban a comparar con los grandes amores que seguirían después, cuando todavía no sabíamos nada de nada, pero aparentábamos lo contrario. Cuando esgrimíamos betas de maduración precoz, hablábamos de sexo como expertas, como quien ya sabe lo suficiente, y siempre nos podía el boliche, la charla en el recreo, el decirle 'te amo' a nuestras amigas y tantas cosas más.
Esta edad tiene sus trampas. Esto es, definitivamente, hacer propio al pensamiento. Perderle el respeto al sentimiento. Perderse en uno mismo, encontrarse y darse cuenta de que si nos encontramos, es para volvernos a perder.
Por eso, Julieta, la cercana que se hace lejana. La incalcanzable que se alcanza. La inconstante.
Es preciso, tenés que recordar, buscar adentro tuyo, rescatar; es decir, tenés que recuperar – qué es eso que hay en vos, que nadie más tiene. Qué es eso que das, que nadie más puede dar. Qué es eso que tenés, que en nadie más se puede encontrar…
Será la mirada, el abrazo, la risa. Los colores del tono de voz, los pasos. Será el cuerpo, la piel, las maneras. O será algo que jamás podrá ponerse en palabras.
Por eso, Julieta,
es preciso que a pesar de que tengas un nombre bastante común, seas vos,
Julieta.
Qué es eso que hay en vos, que nadie más tiene. Qué es eso que das, que nadie más puede dar. Qué es eso que tenés, que en nadie más se puede encontrar…
Serán las manos, la palabra, los gestos. La calma, los sentimientos, la tranquilidad. Serán los dedos, la simpleza, la sonrisa, tus silencios. Será la luz, el refugio en la tormenta, el alivio. O será algo que jamás podrá ponerse en palabras…
Yo sumo 15+10.
Es más terrible aún. Una decena me separa de esas adolescentes que me dicen señora. Y eso que apenas aparento unos dulces 19.
Como nos alejamos en menos de diez años, cierto? Como nos cambian los sueños, las ganas, los amores.
Parece ayer...y fue hace tanto.
Hermoso leer esto. Será que la primavera nos hace añorar esos años?
Besos Ju.