Lo que soñé mientras despertaba.
Y para qué?
De la mano hacia afuera de la locura ordinaria, esa, la de todos los días / De rodillas al lugar donde el aire es transparente / De pie ante la maravilla y llenarnos los ojos con sueños que despiertan, como la piedra que cae al agua y forma estelas en su pleno amanecer / Para pararse en las rocas que miran la vida de cara al mar / Para soñar mientras me despierto con las olas que se rompen en la nada, en tu piel perfecta y siempre invierno, siempre así, siempre blanca y sin embargo, tan deshielo. Tan atardecer / Para guardarte las lágrimas, esas, las más pequeñas, las de la inspiración humanamente triste y realmente simbólica / Para ver los rostros que necesitamos rozar, una vez que nos quedamos a oscuras, las manos que llegan y forman el contorno de los labios, las bocas que se aproximan, los dedos que se vuelven narradores / Para ver la sonrisa, la que va después de la carcajada que evade al mundo, la que va antes de que los ojos colisionen / Para sosegar los besos que podemos asfixiar en otras bocas pero que reservamos para los labios escarlatas, quizás los únicos destinatarios de lo ulterior- de lo que somos / Para girar sobre las aguas en pleno hundimiento / Para nunca saber hacia dónde es que estamos caminando.
Si mi religión me sigue confirmando que se puede volar dentro de un ropero, soñé mientras despertaba- tu imagen lavaba sus manos en la fuente que ya no estaba en el jardín mientras mis pies bailaban amaneciendo al rocío. La groupie que estaba con vos en el bote se dio vuelta y te mostró la espalda. El botón descansaba sobre su ombligo, al girar y posar mis ojos sobre el blanco del paño lo pude ver- aquella era yo.
Como si sólo fuéramos piel, amanezco en el sueño y la vista- los ojos,
vuelan.
(Pero no son mis ojos, mi gloria no es ultramar; y la ciudad ya no era vacía, por decir- ya no es más aquí)
Y toda la belleza que se quema por dentro, la belleza por dentro del cuerpo, todo lo que cabe dentro de un cuerpo.
La forma, las manos, el alma- aman mucho más que una forma, aman mucho más que aquello que llevan expuesto
allí
sobre el cuerpo.
Dónde estaba? Ah sí, era yo. La groupie en el bote era yo. Luna fálica en el atardecer del pleno amanecer, la inocencia se te volvió carne. El botón descansaba sobre el ombligo. Era la groupie, la que te saca las botas y te mete en la cama, te suena los dedos y te delira hasta que sale el sol. El cielo en los ojos, la tierra en los pies, nene siempre hay que decir que vemos un elefante dentro de una boa- nunca un sombrero.
La groupie (o yo, que a esas alturas era indefectiblemente lo mismo) terminó su cigarrillo, se recostó en el bote y se quedó dormida. Se te cayeron los minutos de las manos a los ojos, los ojos del deshielo en plena tarde, los ojos del alma indestructible, mágicairreverente que llora su azul- el botón entre tus dedos.
[Pero entonces, cuándo?
Insisto, hacé callar a tu remera,
mi botón ya guardó silencio-
abrazá al silencio, sentí el vacío, ese miedo
no es otra cosa que la libertad
hasta entonces, hasta el abrazo de la piel,
de la verdadera piel-
Pero cuándo, nena- cuándo?
El cristal de tus ojos grita-
Insisto: cuando sólo yo se.]
Quisiste tocarla, estiraste la mano, dejaste que tus dedos se anclen en el hueco entre el cuello y el hombro y de repente la escuchaste decir:
Despertemos a Los Nocturnos de Chopin.
siento aquí una respuesta, un diálogo, pero no sé quién, aparte de ti, lo estará dictando. tu imaginación hace volar a la luz textos muy lindos juli, de vez en cuando los disparos rozan la piel, aunque no logran atravesarla; es sólo un truco de la dialéctica. no hay lunas ardiendo, ni fin del mundo .